Obras son amores
Hoy es el enésimo día del sexto mes en que vuelvo a despertarme con el sonido del martillo neumático. De nuevo ese viejo (que no amado) conocido "TRACTRACTRACTACTAC" taladrando la paz interior de mis pabellones auditivos a las ocho de la mañana de un día festivo. Una de esas veces, sobra decirlo, en que lo último que le apetece a uno es escuchar ese tipo de música.
Pero no, el martillo estaba ahí mismo, puntual a su cita con los vecinos y con su santa paciencia. Ocurrió igual una mañana de verano en la que una amiga llegó a Madrid desde muy lejos y el martillo neumático fué el primero de los "sonidos" con los que le recibió la ciudad. Recuerdo también el golpeteo incesante de este cacharro al colgar la colada en el patio, desayunar y salir al trabajo cualquier día entre semana... y al abrir la ventana de la cocina una de esas veces en las que los boquerones (por ejemplo) están a punto de quemarse y la campana de humos no dá más de sí. También era un martillo neumático la improvisada banda sonora que empezó a hacerle la competencia a Camarón de la Isla durante aquel mediodía de Domingo en la que unos amigos improvisamos una comida tras encontranos en el rastro unas horas antes.
Desde Junio de este año han abierto mi calle seis veces y otras seis la han vuelto a cerrar. Gas natural, Endesa, el Canal de Isabel II... todas y cada una de las empresas de servicios existentes en esta ciudad quieren tener su parte en ese desmedido empeño en hacernos la vida imposible a quienes vivimos (o intentamos vivir) aquí. En el mercado y en el bar, de copas con los amigos y comiendo cocido con mis abuelitos, se comenta que porqué no se pondrán de acuerdo todos para usar el martillo neumático una sola vez, destripar la calle hasta sus últimas consecuencias y hacer una sola y definitiva operación de cirugía urbana que nos incordie durante el menor tiempo posible. Se habla incluso de una ordenanza urbana que obliga a esto mismo, y frente a lo que algunos creen, no es leyenda urbana, que yo la he visto. Lo que ocurre sencillamente es que se la meten por el agujero del culito (el "orto" en argentino), porque si pueden hacerse seis obras en lugar de una, mejor; el responsable del ayuntamiento otorga más licitaciones, se lleva más pasta y los "alcaldes constructores" de eso que se llama Madrid tienen contentas (aún más) a la pléyade de empresas constructoras que los financian y los mantienen.
No se trata de satisfacer las necesidades de quienes habitan la ciudad, sino de tener permanentemente ocupados a Florentino Pérez, las Koplovitz y todo su ejército de valllas, taladradoras, retropalas y por supuesto, martillos neumáticos. Si no se necesitan obras, pues se inventan... ¡¡luego ya se diseñarán campañas publicitarias para llenar el metro y los autobuses de cartelitos que hagan ver a los ciudadanos lo imprescindibles que son!!.
Por desgracia, aún abundan los ingenuos que creen en la buena fé de nuestros gobernantes, pero el "perdonen las molestias, trabajamos por su ciudad" empieza ser visto con recelo por muchos otros. Ayer mismo, un vecino se puso a gritar en plena calle porque el "estado de obra global permanente" en el que vive la ciudad no le dejaba entrar a casa.
Parece que muchos se están quitando del simplón "obras=progreso" que nos han estado metiendo en vena desde hace décadas. Ojala cunda el ejemplo y sean más los que se den cuenta de que "Obras", evidentemente, no "son amores".