El tendedero (a secas)

31/10/05

¡¡A reformar, a reformar!!


Esta mañana, al pasar por el kiosko, mis ojos se han topado con el siguiente titular en el diario "El Mundo";

"El embarazo de Letizia activa el debate sobre la urgencia de una reforma constitucional"

REFORMA CONSTITUCIONAL. ¡¡Toma ya!!. "El mundo", campeón nacional de la objetividad, "cuarto poder" indiscutible y salvapatrias por excelencia, nos ha estado dando la brasa durante semanas con eso de que el Estatut es una reforma encubierta de la constitución, que aquella garantiza la indisoluble unidad de España, que lo que se pacto en el 1978 mejor ni tocarlo, y miles de millones de "etecés". Pues bien, ahora que nuestra coneja mayor ha dado a luz y ahora que sabemos que ha sido niña, el "respetable" diario de PedrOjete nos emplaza de forma "urgente" a debatir y alcanzar una reforma consensuada del texto constitucional ese tan intocable para otras cosas. Ahora sí. Sin duda alguna es importante que la recién nacida pueda llevarse nuestros cuartos, construirse un "discreto palacio", tener un yate en Mallorca y presidir muchos desfiles de las fuerzas armadas... y una constitución en su día necesaria pero ya algo trasnochada, no puede impedírselo.

¿En que quedamos?

http://http://www.elmundo.es/elmundo/2005/05/08/espana/1115575845.html

28/10/05

Talas son caca


A pesar de su reconocido talante, Alberto Ruíz-Gallardón nunca nos preguntó a los madrileños si queríamos hipotecarnos durante décadas con su nueva M-30. Tampoco quiso saber si los vecinos de los barrios limítrofes estábamos de acuerdo con que se aumentase la capacidad de la autovía un 50% y se semaforizasen sus accesos. Sin embargo, a quien si ha preguntado sobre la polémica reforma ha sido a los niños, que ni montan manis en el planetario, ni forman asociaciones de vecinos, ni dan el coñazo escribiendo cartas al “20 Minutos”.

Hace poco más de un año, cuando había 20.000 árboles más en Madrid, el proyecto de ampliación (que no soterramiento) de la M-30, se quedó sin Estudio de Impacto Ambiental. La varita mágica de la administración transformó la autovía en “Calle”, y la reforma de una calle, aunque soporte el tránsito de centenas de miles de vehículos al año, no necesita de impacto ambiental que valga. Y si no hay Estudio de Impacto Ambiental tampoco hay alegaciones. ¿Alegaciones?, ¿eso que es lo que es?... a los promotores se la suda, eso sí, tendrán que hacer caso a los niños, no vaya a ser que algún medio de comunicación se pase de progre y les acuse de no fomentar la participación ciudadana.

Así estamos. Solo nos queda esperar que algún alumno de primaria esté cansado de no poder jugar en los parques reventados por las sierras eléctricas y se vaya de la lengua cuando las concejalas Pilar Martínez (2Urbanismo”) y Ana Botella (“Familia”), vayan a visitar su colegio. Sino, habrá que aprender a decir “Talas son caca”… a lo mejor así se nos hace caso.

27/10/05

El "pásalo" y la butifarra


Ayer apareció en la prensa que el primer “pásalo” cibernético pidiendo el boicot contra los productos catalanes procede del ordenador de la secretaria del vocal del PP en el Consejo General del Poder Judicial. Aunque nunca se comprobase la autoría sociata del primer sms convocando a las concentraciones del 13M, todos recordamos que hace unos meses se montó un largísimo e injustificado escándalo con el tema. Sin embargo, ahora que el PP utiliza nada más y nada menos que la estructura de un organismo público para jugar al activismo desde su indiscutible posición de poder, a nadie se le ocurre hacer nada. El hecho de que el boicot contra la butifarra y el cava no sea sino una nueva pataleta del nacionalismo español no es excusa para no actuar, a fin de cuentas, bien es sabido que "Quien calla, otorga". Pero de momento, nada. Exceptuando a los Labordetas y "Uxués Barkos" de turno, la mayor parte de la izquierda sigue sin perder la vergüenza de ser eso mismo, izquierda, y nadie moverá un dedo contra los altos cargos del PP que promueven mensajitos catalanófobos sin ningún pudor utilizando para ello las instituciones del Estado. Ahora entiendo porqué no se inhabilitó para ejercer la política a los Acebes y Aznares que intentaron sacar réditos electorales mintiendo sobre el mayor atentado que hayamos sufrido. Empiezo a pensar que a lo mejor lo más terrible de este país no es el afán marrullero de la derecha subversiva de siempre, sino la escasa determinación y el desánimo de quienes mantienen escaños para (en teoría) pararle los pies a esta última.

21/10/05

La valla de las ilusiones



Hace tan solo unas semanas que cientos de inmigrantes treparon por las alambradas que separan las ciudades de Ceuta y Melilla del territorio marroquí. Llevaban viendo estas ciudades durante meses, abigarradas y esperanzadoras tras el acero galvanizado y los alambres de espino de la valla que separa el llamado “mundo libre” del que no lo es tanto. Pero un día se cansaron de esperar y decidieron tomar al asalto su futuro. Lo hicieron de la misma forma en que se tomaban al asalto los castillos de la antigüedad, con escaleras rudimentarias y mucho coraje. Fue difícil, pero si la esperanza vence al miedo no entiendo porqué no iba a vencer a los cortes, a las caídas y a los guardias civiles. Muchos lo lograron y poco después inundaban las calles de Ceuta y Melilla llenos de júbilo, a fin de cuentas, por primera vez en sus vidas conquistaban una de esas ciudades del primer mundo en las que el agua potable se usa (también) para limpiar las aceras.

Uno de los afortunados declaraba en una entrevista, mientras un guardia civil le esposaba, que solo el hecho de cruzar lo había hecho feliz. Cruzar. Solo por eso el viaje (y el salto) habían merecido la pena. Cruzaron y pudieron ver, fugazmente, el mundo ese de los desayunos con leche y cereales, los seguros médicos, los goles de Raúl y los BMW´s que ruedan por solitarias carreteras escandinavas. Los pandilleros de muchas ciudades latinoamericanas son capaces de matarse por una gorra de béisbol. Al igual que estos, los que cruzaron las vallas de Ceuta y Melilla eran, más que pobres hambrientos, gente deseosa de ganarse un lugar en el mundo. Y es evidente que para lograr este objetivo es mucho más admirable lo segundo que lo primero.

Las imágenes de Ceuta y Melilla eran tan conmovedoras como aquellas de hace unas décadas en las que los habitantes de Berlín este recuperaban la otra mitad de sus vidas echando abajo el denostado muro. Tal vez más, porque las desigualdades que separa la valla norteafricana superan sin duda a las que en su día separó aquel. Una nueva barrera caía, sin embargo, quienes hablaron de “libertad”, “democracia” y “oportunidades para todos” en 1989 hablaron esta vez de “seguridad” y “acciones urgentes”. Si el muro de Berlín separaba dos mundos, dos sistemas diferentes y enfrentados, la valla no separaba sino las dos caras de una misma moneda que se llama capitalismo (sé que suena un poco feo, pero es su nombre). Y ocurre que aunque ambas caras son necesarias para la supervivencia de este último, no deben mezclarse demasiado. De otra forma, la maquina que lo mantiene, esa economía financiera que se instaló hace tiempo en la realidad virtual de quienes la manejan, puede tener una seria avería.

La máquina debe seguir funcionando, es decir, acumulando para unos pocos. Para ello se condena a los subsaharianos a saltar la valla de las ilusiones dejándose la piel, las piernas o la vida, y a nosotros, a aspirar a casas cada vez más grandes, coches cada vez más veloces y vacaciones cada vez más lejos. La diferencia entre ambas condenas es indudable, pero el hecho concreto es que la carrera en la que estamos todos es la misma, la que nos conduce a ese bienestar soñado que nos prometen aquellos que cada vez ganan más y siempre estarán a salvo ante cualquier problema.

“Ole los negros y ole sus cojones”, decía alguien en el foro de informativos telecinco el día después de la primera avalancha. Quienes cruzaron, y quienes intentaron cruzar la valla de las ilusiones merecen más que nuestro respeto, merecen todo nuestro esfuerzo en la búsqueda de soluciones a su tragedia, que no es sino la de todos. Convertir Europa en una fortaleza con triples vallados es una solución cegata y cortoplacista que no arregla el problema. ¿Qué tal conceder más visados de trabajo en las embajadas españolas en África al igual que se conceden, tan abundantemente, en las que están en suelo latinoamericano? .O mejor, ¿Qué tal empezar a darnos cuenta de que e imposible “desarrollarse” sin “subdesarrollar” a alguien?. No podemos seguir “creciendo” cada vez más, todos, en todas partes. Si nos empeñamos en ello, unos seguiremos comiendo frustración mientras los otros seguirán comiendo mierda.