El tendedero (a secas)

31/5/07

ELECCIONES

Tras las recientes elecciones autonómicas y municipales, los madrileños han demostrado sobradamente ser una panda de memos.

La gente de la Comunidad Autónoma en la que vivo ha votado masivamente por la privatización de la sanidad (los nuevos hospitales están en manos de contratas privadas), la construcción de colegios concertados en terrenos detinados a escuelas e institutos públicos (Orcasitas, Villaverde, Majadahonda) y de campos de golf donde debería haber parques (Chamberí). Al ciudadano medio tampoco parece importarle que Esperanza Aguirre haya convertido Telemadrid en su televisión personal metiéndole un expediente sancionador a todo el que no piense como ella, o que haya concedido el premio de la CAM a la igualdad a su director Manuel Soriano, imputado por acoso sexual, o que Enrique Porto, su consejero de urbanismo tuviera que dimitir hace unos meses por haber firmado planes urbanísticos ilegales en varios municipios con tal de favorecer a su antigua empresa, o que se atreva a decir sin tapujos que no llega a fin de mes cobrando más de 8000 euros mensuales, o que no haya concedido ni un sólo euro de subvenciones a la Asociación de Afectados por el 11-M, o que no asistiera a la manifestación que organizaron las asociaciones de ecuatorianos y los sindicatos mayoritarios tras el atentado de la T-4 (aún a pesar de que los organizadores incluyeran finalmente la palabra "libertad" en el lema de la misma).

DA IGUAL. A los madrileños les dices que has construido 8 hospitales y te votan (aunque tengan peor servicio y sean mucho más caros), a la gente le dices que has construido un colegio cada quince días (una mentira como la copa de un pino que la Espe se cascó en el debate de TVE entre los candidatos a la presidencia autonómica), y te votan, a la gente le dices que has construido cientos de kilómetros de metro ( aunque apenas hayas contratado nuevo personal y no destines dinero a mantenimiento), y te votan.

El hecho es que a nadie le importan los matices, y pensar supone un esfuerzo demasiado grande, es mejor creerse la propaganda institucional (en la que nuestra presidenta se gasta mucho más que en investigación) y luego largarse al centro comercial a gastarse el dinerito, pedir un crédito de 3000 euros para tunear el coche o meterse en una hipoteca al año. Y es que, aunque me pase el día quejándome de las obras, de los parquímetros, de la falta de viviendas protegidas o de guarderías infantiles públicas, de las averías de metro, o de que mi ciudad se parece cada día más a uno de esos monstruos urbanos llamados Tokio, Sao Paulo o México DF, como en Madrid no se vive en ningún sitio. Siempre habrá tiempo de echarle la culpa de todo a los catalanes, que se quedan con nuestro dinero. Y sobretodo...

Si la Pantoja es una corrupta, mejor para ella, que ha sabido montárselo.

Es triste, pero así piensa la mayor parte de los habitantes de esta ciudad y de esta región. Ellos sabrán.