ENTRE VELOS ANDA EL JUEGO
Se ha debatido mucho durante estos días sobre la conveniencia o no de permitir el uso del velo islámico en las escuelas. Como ocurre siempre que se desata una tormenta mediática (con el tema que sea), empiezan a abrirse las bocas y el “suma y sigue” continúa hasta el agotamiento. De entre todos y todas los que han hablado sobre este tema me quedo con el señor Rajoy, quien dice que el permitir el uso del velo islámico “sienta un precedente muy grave”. Lo curioso es que, al mismo tiempo, el aspirante a presidente carga sus tintas contra “Educación para la ciudadanía” y lleva años alineado con quienes pretenden que todos los niños y niñas españolas aprendan religión católica “comodiosmanda” porque sí, sea cual sea su origen cultural, su credo o su no-credo.
Siempre me ha llamado la atención esa tendencia que tienen los herederos del nacional-catolicismo a hacerse abanderados de laicidad cuando se trata de enfrentarse a los perversos enemigos del Islam. Hace poco Julio Somoano, presentador de "Telamadrid", se convirtió en defensor de los “gays” cuando Ahmadineyad les hacía pupa, pero unos años antes estaba jaleando a las hordas del “Foro de la Familia” contra el matrimonio homosexual. A George Bush le ocurre algo parecido, empieza sus consejos de ministros leyendo pasajes de la biblia y pero se le inunda la boca con la retórica de la ilustración y las democracias occidentales al hablar de los “estados canallas” del mundo musulmán. Si el asunto es el catolicismo, se trata de lago bueno "que nunca ha hecho daño a nadie" y que forma parte de nuestro bagaje cultural, si se trata del Islam, hay que tener cuidadín que los moros no son de fiar.
Para mí las cosas están claras, las niñas (y los niños) pueden llevar velos, crucifijos, petos de pana, camisetas de "Iron Maiden" o botitas de Winnie-Poo si les apetece a ellos (o a sus padres). Si la religión, como la política o la música, es una cuestión individual, bienvenida sea. Como asignatura, sin embargo, sólo debería enseñarse como un hecho social. Como disciplina “teológica” debe quedar fuera de la escuela.
Siempre me ha llamado la atención esa tendencia que tienen los herederos del nacional-catolicismo a hacerse abanderados de laicidad cuando se trata de enfrentarse a los perversos enemigos del Islam. Hace poco Julio Somoano, presentador de "Telamadrid", se convirtió en defensor de los “gays” cuando Ahmadineyad les hacía pupa, pero unos años antes estaba jaleando a las hordas del “Foro de la Familia” contra el matrimonio homosexual. A George Bush le ocurre algo parecido, empieza sus consejos de ministros leyendo pasajes de la biblia y pero se le inunda la boca con la retórica de la ilustración y las democracias occidentales al hablar de los “estados canallas” del mundo musulmán. Si el asunto es el catolicismo, se trata de lago bueno "que nunca ha hecho daño a nadie" y que forma parte de nuestro bagaje cultural, si se trata del Islam, hay que tener cuidadín que los moros no son de fiar.
Para mí las cosas están claras, las niñas (y los niños) pueden llevar velos, crucifijos, petos de pana, camisetas de "Iron Maiden" o botitas de Winnie-Poo si les apetece a ellos (o a sus padres). Si la religión, como la política o la música, es una cuestión individual, bienvenida sea. Como asignatura, sin embargo, sólo debería enseñarse como un hecho social. Como disciplina “teológica” debe quedar fuera de la escuela.
A ver si un día les escucho algo parecido a esos que defienden la laicidad frente a otras culturas pero comulgan con las sotanas de la propia.